En cualquier organización, la gestión de las reuniones es una competencia que necesita ser cultivada transversalmente. Si no, el gasto de tiempo, de dinero y de energía acaba por provocar hastío y desidia en quienes padecen “las malas reuniones”. Sin embargo, “las buenas reuniones” o “los buenos encuentros” pueden transformar completamente una organización y contribuir a su éxito de manera sustancial.
En las reuniones, suele ocurrir que algunas personas quieren tomar todo el espacio, intervenir más que otras. Buscan el reconocimiento de los demás a través de comentarios, por ejemplo, inteligentes. También se da la situación opuesta. Hay personas que no intervienen en absoluto, pero que desarrollan un diálogo interno en el que, a lo mejor, se están diciendo que no tienen nada que aportar. Todo ello influye en el campo grupal no visible.
Con nosotros las personas se van adaptando a una nueva manera de trabajar en la que quien quiere intervenir constantemente se relaja, y en la que el que no cree que aporta nada, también, ya que su voz está siendo escuchada, quizás por primera vez.